domingo, 18 de diciembre de 2011

En Huatlatlauca temen que el turismo dañe sus joyas

Domingo, 18 de Diciembre de 2011 06:00

  • No se trata de rubíes ni diamantes, menos minas de oro, sino de lo que los mismos pobladores han denominado “joyas arquitectónicas y culturales”
Santa María de los Reyes Huatlatlauca.- En este lugar quieren promover sus joyas, pero le temen al turismo.

En la sierra sur de Puebla hay un municipio que alberga una gran cantidad de joyas.

No se trata de rubíes ni diamantes, menos minas de oro, sino de lo que los mismos pobladores han denominado “joyas arquitectónicas y culturales”.

La más valiosa, para ellos, es un ex convento construido en el Siglo XVI por la orden de los franciscanos y terminado por los Agustinos.

En su interior hay decenas de pinturas relativas a la vida y a la muerte, al cielo y al infierno, que en tiempos de Plutarco Elías Calles, cuentan los habitantes, fueron cubiertas con cal, pues el conflicto cristero estaba en su apogeo.

“Fue en 1977 cuando se recuperaron las pinturas que están en las paredes, la mayoría estaban intactas”, dice don Félix Rodríguez, poblador.

A pesar de los años, el ex convento está casi intacto, en parte porque Huatlatlauca es un lugar árido y porque sus cuidadores, los habitantes, no lo dejan ni un momento, además porque es un municipio ubicado a dos horas de distancia de la ciudad de Puebla, en un terreno poco accesible.

Éste último punto es el que ha provocado que el convento Franciscano-Agustino no sea conocido, a pesar de tratarse de una estructura que cuenta con cinco siglos de existencia.

Es de mencionar que los habitantes de Huatlatlauca están en un conflicto: necesitan promover su ex convento para generar fuentes de trabajo y evitar la migración, pero temen que si el turismo comienza a llegar a su comunidad, pueden perder lo que tanto trabajo les ha costado mantener: la estructura del convento y sus tradiciones.

Así lo explica don Félix:

“Ya han saqueado en dos ocasiones el ex convento, la primera fue en el 99 y la segunda hace como un año; se llevaron unas pinturas y algunos de los candelabros que había.

“La verdad también es que tememos no tener la capacidad para atender al turismo que llegue”, asegura.

Y agrega que con la llegada del turismo es muy factible que pierdan el control sobre sus joyas, pues sin asesoría del gobierno les da miedo que la gente que llegue a visitarlos también pretenda robarles.