miércoles, 23 de abril de 2014

Ex-Convento de Agustinos, la joya arquitectónica de Huatlatlauca


El municipio de Santa María de los Reyes Huatlatlauca, en la sierra sur de Puebla, alberga una gran cantidad de joyas.

No se trata de rubíes, ni diamantes, menos minas de oro, sino de lo que los mismos pobladores han denominado: joyas arquitectónicas y culturales. La más valiosa, para ellos, es un ex convento construido en el Siglo XVI por la orden de los Franciscanos y culminado por los Agustinos.

En el interior del Convento hay decenas de pinturas relativas a la vida y a la muerte, al cielo y al infierno, que en tiempos de Plutarco Elías Calles -cuentan los mismos habitantes- fueron cubiertas con cal, pues el conflicto cristero estaba en su apogeo.

Huatlatlauca



En la sierra sur de Puebla se encuentra el municipio de Santa María de los Reyes Huatlatlauca, el cual alberga una gran cantidad de joyas. No se trata de rubíes, ni diamantes, menos minas de oro, sino de lo que los mismos pobladores han denominado: joyas arquitectónicas y culturales. La más valiosa, para ellos, es un ex convento construido en el Siglo XVI por la orden de los franciscanos y culminado por los Agustinos.

En el interior del Convento hay decenas de pinturas relativas a la vida y a la muerte, al cielo y al infierno, que en tiempos de Plutarco Elías Calles -cuentan los mismos habitantes- fueron cubiertas con cal, pues el conflicto cristero estaba en su apogeo. “Fue en 1977 cuando se recuperaron las pinturas que están en las paredes, la mayoría estaban intactas”, dice don Félix Rodríguez, un poblador.

A pesar de los años, el ex convento se encuentra casi intacto, en parte porque Huatlataluca es un lugar árido; otro tanto porque sus cuidadores, los habitantes, no lo dejan ni un momento; y más aún, porque es un municipio ubicado a dos horas de distancia de la ciudad de Puebla, y en un terreno poco accesible; este último punto es el que ha provocado que el convento Franciscano-Agustino no sea conocido, a pesar de tratarse de una estructura que cuenta con cinco siglos de existencia.

Huatlatlauca tiene un convento que data del siglo XVI es la joya arquitectonica del pueblo. Foto: pueblosinteresantes.blogspot.com

Los habitantes de Huatlatlauca se encuentran en un conflicto: necesitan promover su ex convento para generar fuentes de trabajo y evitar la migración, pero temen que si el turismo comienza a llegar a su comunidad, pueden perder lo que tanto trabajo les ha costado mantener: la estructura del convento y sus tradiciones.

Así lo explica don Félix: “Ya han saqueado en dos ocasiones el ex convento, la primera fue en 1999 y la segunda en 2010; se llevaron unas pinturas y algunos de los candelabros que había.La verdad también es que tememos no tener la capacidad para atender al turismo que llegue”, asegura.

Y agrega que con la llegada del turismo es muy factible que pierdan el control sobre sus joyas, pues sin asesoría del gobierno les da miedo que la gente que llegue a visitarlos también pretenda robarles.

Este lugar, dice Nestor Rodríguez, otro de los pobladores, es de los pocos en la región que aún guarda tradiciones prehispánicas tal y como las aprendieron de los “viejos”. “Las bodas las seguimos haciendo como antes, primero se da una ofrenda a los papás de la novia, luego se hace un pan tradicional, bailamos el baile del guajolote, ya casi nadie lo hace, y la mayoría de acá hablan náhuatl”, comenta.

Sin embargo, también saben que sin turismo es más fácil que los hombres jóvenes de la comunidad decidan emigrar a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades de trabajo. “Yo no quiero que mis muchachos se vayan de acá, ya se han ido muchos, por eso estamos en una disyuntiva sobre si promovemos o no nuestro ex convento, nuestras iglesias, que también tienen una gran riqueza cultural”, reitera don Félix.

Esta misma indecisión ha llevado al párroco del ex convento a no permitir el paso de extraños a la torre de la estructura ni a su sótano. “El padre ya casi no permite que entre la gente a conocer, porque luego de los robos no tiene confianza en que pase cualquiera. Estamos preocupados, no se crea, acá no hay trabajo y la siembra no se da porque no tenemos agua, hay que buscarle de donde se pueda”, reitera el hombre mayor, con los dedos manchados con sangre de pollo, pues se dedica al recaudo”.

Otra de sus joyas


Las mujeres de Huatlatlauca también están perdiendo su principal labor: el tejido con palma. Virginia Herrera es una indígena tejedora que debe buscar el apoyo de agrupaciones indigenistas para impedir que lo que aprendió de su abuela, se pierda.

“Ya casi ninguna mujer quiere tejer, ese era nuestro principal trabajo, ora ya dicen que eso no se vende, que de eso no se vive; las jóvenes ya no quieren aprender, está feo”, comenta la mujer de complexión delgada, estatura baja y manos gruesas, que a pesar de tener 54 años de edad, nadie puede tejer tan rápido como ella.